martes, 24 de marzo de 2009

Los invisibles

Vivimos en el primer mundo. Estado del bienestar, P.I.B. per cápita entre los diez primeros del mundo, sanidad universal, casi parece un mundo feliz alumbrado por Aldous Huxley. Con una diferencia: en nuestro mundo, la gente envejece.
Muchos de nuestros ancianos pasan desapercibidos en su malvivir diario. Para gran parte de ellos, el día a día es como el eterno retorno de Nietzsche: la misma soledad, la misma preocupación por cómo llegar al final del día, la continuidad espacio-tiempo de cuatro paredes, falta de recursos, oscuridad, desesperación.
Leía un día un artículo de Elvira Lindo en el que una persona de nacionalidad estadounidense le preguntaba si su madre todavía conduce. (Ver en: http://www.elpais.com/articulo/panorama/madre/conduce/elpepusocdgm/20081130elpdmgpan_9/Tes )
En el artículo viene a hablar de los ancianos de EE.UU. que viven en poblaciones en las que hace falta usar el coche para hacer cualquier cosa, y en las que perder la posibilidad de conducir es una tragedia. No hace falta irse al "lejano oeste": en muchos núcleos rurales de la España "profunda", hay ancianos a los que quitarles la posibilidad de usar su viejo coche les supondría aislarles de manera casi definitiva.
Pero hoy quería fijarme en gente que no sale en las estadísticas y a las que el Estado olvida. Ancianos que viven en su mayoría solos, por no decir solas, ya que mayoritariamente son mujeres (los hombres, por suerte o por desgracia, tenemos fecha de caducidad más temprana) y a los que sus ingresos les condenan a una vida de privación continua.
Son esas ancianas que ves siempre asomadas a una ventana con la luz apagada, porque no pueden pagar luz. Y no ponen la calefacción, si acaso una catalítica que lleva a muchos ancianos a salir en las noticias de sucesos: "muerte por mala combustión de una estufa". Gente que ves en el supermercado abrir su cartera, que contiene apenas unas monedas, para comprarse una loncha de jamón cocido y un bollo de pan.
Vivimos en la sociedad de la opulencia y dejamos que miles de ancianos se pasen muriendo durante años entre soledad, suciedad, oscuridad, frío, hambre, desesperación. ¿No sería de justicia asegurar que, llegada la edad en que uno no puede ya valerse por sí mismo, tenga los mínimos vitales asegurados?
Voy a contar el caso de una mujer ya jubilada cuya vida conozco de cerca. Su pensión le da para pagar a sus hermanos la parte proporcional de la vivienda familiar, en la que ella se quedó al morir sus padres, a los que cuidaba al acabar sus jornadas laborales. Ella siempre está en penumbra, por no decir en la oscuridad más absoluta, para no gastar mucha luz. No tiene móvil y procura no utilizar el teléfono. Nunca pone la calefacción, y a veces tiene su casa a cuatro grados. Acude a los mercados para recoger fruta y verdura desechada y así alimentarse (se hizo vegetariana ya hace tiempo). Pero lo que en la película de Agnès Varda, "Les glaneurs et la glaneuse", era una decisión vital de ciertas personas, dedicarse a "espigar", recoger lo que otros desechan, en la mujer de la que hablo, y en cientos, miles de personas ancianas, es cuestión de supervivencia. Revuelven en los cubos de basura, recogen los tomates pisados en la plaza del mercado. Ella aún tiene fuerzas para acudir a cuidar por horas a gente mayor (mayor que ella, que tiene ya 69 años) y así sacar un poco de dinero para pagar sus grandes pasiones: el cine y la lectura. Es una persona culta, con grandes inquietudes. Pero vive, si no en la indigencia, sí en una pobreza más que considerable.
Quizás es hora de racionalizar nuestras decisiones. Pensar si a veces dedicamos desde las cuentas nacionales dinero a cosas bien accesorias, prescindibles, y sobre todo, decidir si es asumible dejar a miles de ancianos que pasen así los últimos (que pueden ser muchos) años de su vida. El Estado, los gobiernos, deberían reflexionar sobre ello.

2 comentarios:

  1. Jevy, el tema es duro y parece que soy un facha sin entrañas en muchos comentarios, cosa que tú que me conoces, creo que sabes que no es cierto. Sin embargo tambien me voy a mojar.
    Por supuesto que lo que dices, aislado del resto del mundo, es totalmente cierto y es injusto. Se te olvida un pequeño matiz. El estado somos todos. El estado no es un ente con una caja fuerte de la que sale la pasta que más nos gusta.
    Los que pagamos, y muy a gusto, nuestros impuestos y nuestra Seguridad Social, aportamos, no para nosotros, sino para las clases pasivas de hoy (Se llama así, no es peyorativo). Esto no deja de ser injusto. En vez de capitalizar para nuestra pensión, porque, al paso que vamos, ni tu ni yo podremos vivir de la nuestra por muchos años y mucha cantidad que hayamos cotizado.
    Hay demasiada gente insolidaria que no aporta, y no me hagas hablar de Regiones, Comunidades Autónomas, Prejubilados, o Diputados que tras 7 años de duros servicios a la patria se aseguran la pensión máxima, cosa que a los demás nos exige 35 años. Y todos estos son los que, al final provocan que el sistema no sea sostenible.
    En estos temas siempre me acuerdo del padre de una persona que conocí. Tenía un negocio en el Sur, con una vida acomodada. Murió de repente dejando a su familia practicamente en la indigencia. Hablando con esta persona, él le recordaba con cariño diciendo que su padre "habia sido un monstruo" escaqueándose de sus obligaciones con Hacienda. Lo que este hombre había sido era un auténtico Hijo de Puta, porque todos nos podemos ir de repente y hay gente que depende de nosotros. Y como él, demasiada gente que no tributa y que luego se quejan de que no les llega la pensión (Que las mínimas son siempre las únicas que suben por encima del IPC, con el dinero de los demás, por supuesto)
    Entiendo que esta generalizacíon acarrea injusticias, pero no creas que tantas.
    Y es que tienes una ilusión especial por hablar del estado olvidándote de que, bajo esa denominación generica, hay una realidad concreta. El dinero que entra y el dinero que sale, que proviene de todos nosotros, tu, yo, y los demás que pagamos.
    En un viaje de trabajo a Las Vegas, en una cena de un fabricante japonés, la misma era servida por ancianos, ninguno de menos de 65 años. recuerdo especialmente a uno, que practicamente no podía andar.
    A mi lado, un yanqui me comentaba entusiasmado que me fijase, que en su pais había trabajo para todo el mundo. Le tuve que contestar que lo que no entendía era que esa gente tuviese necesidad de trabajar.
    O sea que ves que estamos bastante mal, pero en el mundo desarrollado, hay gente que está bastante peor, lo cual no es un consuelo pero...

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  2. Evidentemente, Kikás, hay gente que no ha cotizado en su vida mucha cantidad. Otros, simplemente, no pudieron cotizar mucho. Por ejemplo, en la agricultura, cuando llegaron las épocas de las vacas gordas, las subvenciones y demás, muchos agricultores pasaron de ser pobres a ricos, y sus casas de adobe pasaron a "chaletes" de lujo. Pero en el campo del secano leonés de los años 40, 50 y 60 se malvivía, si es que se podía vivir. Como para cotizar.
    Y luego está la gente que, en su viudez, sobre todo mujeres, reciben una pensión que a duras penas llega para vivir. En muchos casos, se dan circunstancias de injusticia. Y en otros casos, aunque sea justo que alguien se muera de asco de viejo, por no haber pagado lo suficiente, es una labor humanitaria, no dejar que alguien pase así sus últimos años.
    En otros casos, las pensiones no llegan porque las mutualidades a las que la gente cotizó para tener una pensión digna quebraron, y nadie fue a la cárcel. Por ejemplo, la mutualidad del antiguo Instituto Nacional de Previsión, lo que luego acabó siendo la Seguridad Social. Sus administrativos y trabajadores en general (no hablo del personal médico) jubilados hace 15 y 20 años, tras pasar toda la vida cotizando a su mutualidad, vieron cómo el dinero se esfumaba, como el dinero de Madoff, el de la cooperativa PSV y tantos otros.
    Otro debate, que a mí me gustaría abrir, es si es justo que ahora las pensiones máximas sean de, pongamos, 2.200 euros, pensiones que se mantienen con lo que tú y yo cotizamos (entre otros varios millones de personas) y que ya nos digan que cuando tú y yo nos jubilemos, a los 70 años (porque no espero ya jubilarme a los 65 y mucho menos a los 52, como hay gente prejubilándose ahora mismo) la pensión que cobraremos será de 1.200 euros actuales. Si ya nos avisan de que será así, empecemos la casa por los cimientos: ahora bajamos las pensiones máximas, y vamos ahorrando para que en el futuro todos tengan una pensión similar a la actual.
    Lo que realmente quería decir con esta entrada es que el dinero del Estado, al cual aporto muy gustosamente dinero para que haya saniodad, educación, y otras cosas importantes y de calidad si puede ser, gasta muchas veces mucho dinero en cosas accesorias, se despilfarra mucho y luego no hay dinero para cosas que sí considero importantes. Por ejemplo, que la gente tenga dientes. Como es tan caro ir al dentista a arreglarse la dentadura, y el sistema sanitario no corre con los gastos, pues mucha gente a partir de cierta edad cuenta no ya los dientes que le faltan, sino los que le quedan.
    ¿Un ejemplo de despilfarro? La comida gratis a todo el mundo en los hospitales. Yo voy a un hospital a recibir un tratamiento médico, y si puede ser, que me curen y me traten bien. pero en casa desayuno, como y ceno de mi dinero. ¿Por qué en un hospital me dan gratis esas comidas? La mayor parte de la gente debería pagar ese servicio a un precio razonable, y con el dinero ahorrado, se podría mejorar muchísimo la sanidad. Es un ejemplo simple. Otro día aporto más ideas.

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