viernes, 21 de mayo de 2010

Sentar las bases de una nueva economía

Hoy fui a comprar el periódico al kiosco y me resultó curiosa la situación. La kiosquera, una mujer de unos 60 años, hablaba con un taxista, parecida edad. En otros tiempos quizás estarían hablando del partido de fúrbo o de la última chorrada salida de la televisión. Pero hoy no. Su conversación parecía sacada de la City, más propia de brokers. Hablaban de la situación española, comparando con Francia, Inglaterra, y las soluciones y posibles problemas.
Evidentemente, la economía y sus efectos en las vidas de todos han llegado al corazón de los ciudadanos. Ahora, desgraciadamente (por la razón por la que se ha llegado a esto), la economía está en la conversación de la pescadería, de la peluquería...
Hablaban mi kiosquera y el taxista de la comparación con Francia. Y el taxista decía: "es que, aunque estén como nosotros, ellos tienen fama de ricos, y ya se sabe que a los ricos siempre se les trata mejor". A mí no me gusta entrometerme en conversaciones ajenas, y no lo hice. Pero la frase del taxista me hizo pensar.
Decía yo el otro día que un gran problema de España es la deuda privada, y la situación de la banca a la que hemos llegado, con esa especie de estafa piramidal que se ha montado (ver en: http://elprofedeeconomia.blogspot.com/2010/05/la-estafa-piramidal-el-problema-de.html).
Por solucinar problemas futuros deberíamos empezar para poder sentar las bases de cara al futuro.
Una diferencia con respecto a Francia es, precisamente, la deuda privada. Allí no se metieron en nuestra enorme burbuja inmobiliaria, no se han endeudado hasta las cejas en un porcentaje tan alto de la población, y han sabido frenar a tiempo proyectos faraónicos como la remodelación de su City, La Défense, donde se iban a hacer al menos 15 rascacielos proyectados por grandes de la arquitectura como su compatriota Jean Nouvel.
Pero es que, en Francia, hay leyes que hacen que la gente no se pueda endeudar tanto como quiere o no puedan gastar tanto como deseen. Un caso claro es la ley de arrendamientos urbanos de aquel país. Un francés sólo puede alquilar un piso cuyo valor no exceda un tercio de su salario. Es decir, un mileurista español, por ley (si copiásemos la idea), no podría pagar más de 333 euros por un alquiler. Alguien me dirá: es que, entonces, si soy mileurista, no voy a poder alquilar. Pero la ley tendría dos efectos: uno, reducir los precios de los alquileres: pincharía la burbuja. Si no hay gente para pagar los alquileres, los arrendadores tendrían que claudicar ante el enorme exceso de oferta que se produciría a los precios actuales. Y por otra, hacer de "Papá-Estado": si la gente no sabe ver que no debe gastar más de un tercio de su salario en la vivienda, porque luego vienen un montón de gastos añadidos, es mejor obligarles. Que si no, luego vienen las tragedias: gente que no puede pagar la vivienda, tiene que comer mierda con patatas y el consumo se hunde. Y la economía se va a freír churros.
Pensemos qué hubiera pasado si hubiese existido una ley similar en España para la concesión de las hipotecas. Todos sabemos que los precios se inflaban cada año, con subidas de precios en más de un 15% cada año, como consecuencia de la burbuja crediticia. Si tu banco no te daba el 100% del valor de la compra del piso (incluyendo impuestos y gastos), algún banco te lo daría. Si hacía falta pagar en 40 o 50 años, y si hacía falta ir a una tasación de cine de Hollywú para poder obtener el préstamo, se hacía. Y eso no hacía más que impulsar aún más los precios al alza. Eso provocó la debacle. La burbuja crecía y crecía, la gente se endeudaba hasta las cejas... hasta que llegó la tragedia. Gente que no ha podido pagar y ha visto su vivienda embargada, o gente que sigue pagando la vivienda a costa de bajar a mínimos su consumo. En el supermercado al que voy a veces hasta los empleados asesoran a algún cliente que busca gastar lo mínimo posible, sin necesidad de comer mierda con patatas.
Por ello, para sentar las bases de una nueva economía, debería haber una ley bien sencilla. Para poder comprar una vivienda, la unidad familiar debería poder endeudarse hasta un máximo de un 40% de su renta familiar disponible, y hasta un máximo de 30 años, sin posibilidad de superar los 60 años, es decir: si el préstamo se pide a los 35, debería pagarse en un máximo de 25 años. Y debería haber un máximo de endeudamiento para todo tipo de créditos: quizás, un 50% de la renta total familiar disponible. Una cantidad mayor lleva, inevitablemente, en situaciones como la actual, a lo que tenemos: bancos sin dinero y familias en quiebra o consumiendo a nivel de pipas y palomitas.
Me diría más de uno: "pero así, ¿quién podría pagar un piso?" Yo le cambio la pregunta: así, ¿quién podría vender pisos a precio de oro construidos a calidad de mierda con patatas? Con ello, se evitarían futuras burbujas inmobiliarias producidas por burbujas crediticias. ¿Simple? Sólo lo simple es lo que parece más complicado de hacer...


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