viernes, 8 de mayo de 2009

¿Trabajar más o trabajar menos?

Había prometido una entrada hablando de las pensiones, pero voy hoy a tratar un tema algo relacionado, para a continuación, espero que en un par de días, tratar a fondo el tema de nuestras futuras e impredecibles ganancias.
Si nos dedicáramos a contabilizar palabras que aparecen hoy en cualquier periódico, observaríamos que el contador de la palabra "crisis" estaría seguro en el podio de las más numerosas. Todos a hablar de la crisis, todos a buscar soluciones, y ninguno encontrándolas. El B.C.E. ayer bajó los tipos al 1%, y como eso ya no sirve como medida de política económica, no va a animar al muerto, ha decidido (a buenas horas, mangas verdes) abrir el "cajón" de las medidas menos habituales. Así soy yo Presidente del B.C.E., Sr. Trichet: tras meses de subir tipos, cuando debería haberlos bajado, ahora se da cuenta, ya metidos en el fango, que la simple bajada de tipos no sirve para inyectar liquidez en el sistema. Como algún medio ha dicho, Trichet "da a la máquina de fabricar dinero": comprará activos de los bancos a cambio de parné del prestable, y a su vez prestará dinero a más tiempo. A ver si esta vez logran algo.
Pero en la U.E. son conscientes de que ningún país está encontrando la vía de moderar la recesión, el fantasma de la deflación acecha (la bajada de precios es como el hombre del saco para los economistas: si la gente sabe que los precios bajarán, sus decisiones sobre consumo duradero se pospondrán, y la espiral de crisis se agravará) y empiezan a aparecer las soluciones "originales", las que estaban proscritas hasta hace poco. Hasta el gobierno dirigido por una conservadora de un país como Alemania, donde ya se habla de un descenso del P.I.B. del 6% al final de año, quizás esté dispuesto a "aceptar pulpo como animal de compañía", apuntarse a políticas denostadas como las puestas en marcha por los socialistas franceses hace unos años.
Resulta que la recientemente concluida Cumbre sobre el Empleo de la U.E. (¿no sería más realista "sobre el Desempleo"?) se ha elaborado un Decálogo que es más de lo mismo: vaguedades, intenciones, palabras bienintencionadas. Poco más. Pero en ese decálogo se advierte, en su primer punto, algo "original". El punto aboga por "El mantenimiento del empleo en empresas con caída de actividad ajustando las horas de trabajo y aprovechando la baja carga laboral para promover la formación continua de los trabajadores". Más claro, agua: las 35 horas francesas. Si "sobran trabajadores", no despedirlos. Reducir la carga laboral, es decir, reducir su horario laboral, repartir las horas de trabajo totales entre el total de la plantilla, y aprovechar ese sobrante para formar a los trabajadores.
Estoy perplejo. Que desde la U.E. se proponga esto, allí que hasta hace poco se estaba discutiendo si permitir una jornada de 65 horas semanales, es algo cuando menos sorprendente. El propio Presidente francés, Napoleón IV (perdón, Nicolás Sarkozy) prometió en campaña electoral acabar con la ley de las 35 horas, culpable en parte para él del estancamiento del otrora pujante país galo. Pasados ya dos años desde la victoria de Sarko el 6 de mayo de 2007 sobre Royal, la verdad es que no se ha derogado tal medida, ni se sabe nada sobre su posible supresión. Esperando a Godot.
O sea, que ahora la solución a la crisis es evitar los despidos trabajando todos un poco menos. Me parece bien eso de trabajar menos, pero... ¿sin contrapartida? ¿A costa de reducir salarios? (dudo que los trabajadores aceptaran tal medida). ¿Aceptando una rebaja de la productividad? ¿Logrando que los trabajadores cambien menos trabajo en tiempo por más trabajo en calidad, concentración? ¿Una hora menos al día a cambio de que los trabajadores no consulten internet, Facebook, E-mail, etc. en su mesa de trabajo? La medida es un brindis al sol. Eso sí, yo me apunto el primero. Mejor: que hagan los viernes no laborales, y así tendríamos en algunos casos tres días de fin de semana, y ya se sabe que los fines de semana la gente gasta más, consume más... Dejamos la jornada laboral en cuatro días semanales, 9 horas por día, procurando que haya sólo media hora para comer (así, la gente tendrá que comer fuera de casa y gastará, que es de lo que se trata) y dejamos el calendario con los viernes, sábados y domingos libres. Y a gastar, de puente, todos en coche a la playa. De nada por la idea, sesudos señores de la U.E.
Eso sí, mientras ahora hablan de trabajar menos cada año, ya nos avisan de que tendremos que trabajar más, pero en años. Vamos, que llevaremos a los biznietos al trabajo, porque ya no nos quedaremos a cuidarles en casa mientras nuestros hijos y nietos trabajan. Ya se habla de 70, pero si las cosas van mal, no me extrañaría que éstos de la U.E. nos hablaran ya de acabar con las jubilaciones. ¿No es un desperdicio que un jovencito de 80 años esté en casa cobrando por no hacer nada? Aburriéndose, en soledad... Si en el fondo le harán un favor, enviándole a currar un poco...
Parafraseando a los añorados Tip y Coll, "La próxima entrada... ¡Hablaremos de las pensiones!".
http://www.elpais.com/articulo/economia/cumbre/Empleo/UE/concluye/generico/decalogo/medidas/elpepueco/20090507elpepueco_10/Tes

4 comentarios:

  1. La reducción de jornada como alternativa a la destrucción de empleo es una alternativa válida que se ha realizado en muchas empresas por acuerdo entre la dirección y los trabajadores. La noticia es que se fomente desde los poderes públicos.

    Leo tu comentario sobre la discusión sobre trabajar más o menos horas y tengo la impresión de esa discusión corresponde a una visión fordista que entiende el proceso económico como un proceso productivo: si se trabajan más horas, se hace más trabajo, se rinde más, se genera más producto o servicio (más coches, más televisores, más clases, más Declaraciones de la Renta, etc.) y en definitiva se genera un mayor ingreso.

    Sin embargo, todos sabemos que esto no es cierto. Desde que se inventó el teletrabajo inverso (es decir, hacer en horas de trabajo, lo que se supone que deberías hacer en casa en tu tiempo libre: hacer la compra, tomar café, leer el periódico, mantener tu blog, enviar mensajes de texto a tus amigos, etc) y la larga pausa de dos horas para comer, el resultado es que más horas en el puesto de trabajo no equivale más horas de trabajo.

    Pero es que ni siquiera más horas de trabajo equivale a más trabajo realizado, ni tampoco más trabajo realizado equivale a más valor añadido. Por ejemplo, si nuestro amigo Kikás se apea del avión en Nueva York y en el mismo aeropuerto JFK hace una venta de dos millones de euros y se vuelve para su casa, el ingreso para su empresa es el mismo que si tiene que estar una semana en Shanghai negociando (y comiendo y bebiendo y yendo a karaokes) a razón de 12 horas diarias con empresarios y políticos chinos. El tiempo de trabajo ya no es pues una variable relevante salvo por el lado del gasto como explicaré más adelante.

    Entonces, ¿esta medida, que el profesor Villalba presenta como un comeback de la socialdemocracia es absolutamente inválida?. Pues depende. Una jornada de trabajo menor no implica necesariamente mayor productividad pero es seguro que implica menor gasto en personal (sueldo y seguridad social) para el empresario. Por ese lado, el empresario ve sus gastos reducidos y, por lo tanto, mejora su cuenta de resultados por lo que tiene un menor incentivo para poner gente en la calle, con lo que, manteniéndose el empleo, se mantienen las cotizaciones sociales, se mantienen los ingresos tributarios, se mantiene el consumo con lo que se mantienen los ingresos de las empresas, con lo que se mantiene el empleo creando una espiral beneficiosa para todos.

    Eso sí, si el ahorro en horas de trabajo se lo tiene que gastar en formación, no acabo de ver la ventaja para el empresario porque el tener empleados mejor formados tiene una importancia relativa y no es igual en todos los sectores. Por ejemplo, supongamos una empresa de construcción que emplea un peón de albañil. Una vez que el peón de albañil sabe hacer argamasa, acarrear trastos y poner ladrillos ya no necesita más formación. Sería en el interés del trabajador (no necesariamente en el de su empresa) el que se formase para ser, por ejemplo, solador. A su empresa, sin embargo, sólo le podría interesar si el nuevo solador estuviera dispuesto a hacer su trabajo como solador por algo más de lo que le paga ahora que es menos de lo que cobra el solador número uno o bien porque teniendo dos soladores en la empresa, el solador numero uno tiene competencia lo que podría forzarle a bajar el precio, a trabajar más rápido o a ser menos tiquismiquis con las horas de trabajo. Por otro lado, podría darse la circunstancia de que el nuevo solador reclamase sueldo de solador con independencia de si realiza trabajo de solador o no (con el parón de la construcción ya no hay que solar tantos metros cuadrados) con lo que la ventaja para el empresario desaparecería. Espero que con este ejemplo se aclare un poco lo que quiero decir.

    En realidad, la supuesta medida socialdemócrata no es otra cosa más que un intento, casi un súplica, a empresarios y sindicatos para que aguanten el tirón y no se destruya más empleo, petición que realizada desde los políticos, es, en muchos casos, como el espectador que pide al boxeador de peso pesado, que lleva ya 11 asaltos y 550 puñetazos repartidos por su cuerpo y que está rodilla en tierra, mareado y confuso, que se ponga en pie para que el espectador no pierda su apuesta.

    Por otro lado, alargar los fines de semana para que haya más gasto cuando no habrá más sino menos dinero para gastar (por trabajar todos menos horas y, por lo tanto, cobrar menos) casi me parece una historia de Marx (Groucho no Karl).

    Yo cambiaría ese día extra de descanso por un día de servicios sociales a cambio de los famosos 400 Euros mensuales (otro enorme error, añadido al carácter universal de la medida que tú denunciabas en otra entrada de tu ciberdiario, es que esta deducción se entregó a los ciudadanos a cambio de nada). Eso con una fuerza laboral de 16 millones de personas, llevaría a tener a todos nuestros viejitos atendidos y entretenidos, nuestras calle limpias, nuestros bosques cuidados, nuestros jóvenes y niños haciendo deporte y no buscando pastillas por las esquinas, nuestros hospitales tendrían personal suficiente para llevar y traer de planta a rayos a enfermos a los que se daría consuelo y conversación (mientras llega la atención médica) y nuestros profesores de economía darían conferencias llenas de sentido común sobre como llevar una vida feliz sin tener un BMW de la serie 7. Porque aún recuerdo cuando era niño, que no tenía ni la cuarta parte de lo que hoy tienen mis hijas, y era un niño feliz que podía jugar en la calle e ir andando al colegio porque no habían tantos padres llevando a los niños a la escuela en coche para evitar que otros coches los atropellen. También de Groucho Marx.

    Lo que quiero decir es que las medidas económicas no deberían orientarse a recuperar un modelo económico que no nos hace crecer como personas, sino a tranformar la sociedad haciendo un mundo más limpio, más seguro y más amable. Es posible que entonces no perteneceríamos al G8 ni al G20 (tampoco pertenecemos ahora) pero no por ello nuestra vida sería menos abundante.

    Y esto, también es Economía que como todos sabemos, pertenece a las Ciencias Sociales.

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  2. Como siempre, sabio en tus comentarios, Ángel.
    Yo hacía, desde luego, un comentario desde la ironía, aunque me emparentes con Marx (Groucho). Es que a veces me quedo perplejo ante los vaivenes de nuestros euroburócratas. Ayer eran neocon, hoy son socialdemócratas, quizás mañana trotskistas. El caso es que la medida, plantada así en el tiesto, sin regar, no creo que dé frutos.
    Es importante convencer a los trabajadores de una cuestión importante: España es un país poco productivo, y si sigue así, habiendo perdido la ventaja comparativa que teníamos por nuestros bajos salarios, teniendo un paisaje agreste y lleno de dificultades orográficas, y no siendo el paraíso del I+D+i, las empresas acabarán emigrando (deslocalizaciones le llaman ahora) hacia lugares en que esa productividad sea mayor o con salarios inferiores.
    Un ejemplo claro de lo que decías habrá sucedido el lunes pasado. Tras el 2-6 que encajó el Madrid ante el Barça (a mí que no me gusta el fútbol, no puedo sustraerme a una sociedad dominada por el "furbo") estoy seguro que en la mayoría de empresas y centros de trabajo, públicos y privados, el lunes se perdieron miles de horas de trabajo entre comentarios, chanzas, etc... referidas al "acontecimiento". Alguno aprovecharía para subir al Facebook fotos bañándose en alguna fuente patria, y los jefes, en vez de recriminar tales pérdidas de tiempo, serían los más forofos del día. Así un país no puede avanzar.
    Me comentaba un amigo algo curioso. Él es leonés, pero su doctorado y años de investigación están en universidades de EE.UU. Tras unos cuantos años en el paraíso del trabajo a destajo (jornadas frente al ordenador o el laboratorio, con media horita comiendo un sandwich mientras hacía algo más...) se vuelve a España a hacerse cargo de una empresa familiar. Y ahí empieza el choque cultural.
    Un día, tras más de 45 minutos oyendo la "charleta" de dos trabajadores en la máquina de café, a 2 metros de la puerta de su despacho, tuvo que salir a hacer que iba al W.C. para ver si se daban por aludidos los parlanchines, pero como si nada; aún estuvieron unos 10 minutos más contándose batallitas.
    En otra ocasión, necesitaban un trabajador de unas características determinadas. He de decir que esto incluía ser licenciado en una carrera concreta, con inglés de alto nivel y otras cuestiones de especialización concretas. Recuperaron un C.V. de una chica que lo había dejado en la empresa unos meses atrás, viendo que encajaba perfectamente con el perfil buscado, y concertaron una entrevista.
    En la entrevista, mi amigo quedó patidifuso. La chica rechazó el trabajo, en el que podría desarrollar justo el trabajo para el que estaba formada, con medios disponibles que seguro nunca hubiera soñado, porque estaba dando clases en una academia, y aunque no ganaba mucho, le llegaba para sus gastos (vivía en casa de sus padres, de la que no le iban a sacar ni los GEOS) y le permitía tener bastante tiempo libre.
    Esto es mentalidad de ser un futuro parado a largo plazo. Lo mismo que la mentalidad de alguien a quien oí hace unos 15 años decir lo siguiente: (pongámonos en situación; empresa de atención al público, trabajadora de unos 45 años, hablando con una clienta con la que se ve que tiene trato) "Pues nos quieren poner un ordenador de ésos para trabajar, pero yo tengo claro que paso del tema. A mi edad ya no estoy para aprender esas cosas". Se ve que tenía poco ojo. Como siguiera en sus trece, hoy será una parada de 60 años con varios años retirada del mundo laboral.
    Fuera ironías sobre la entrada, la verdad es que no sé qué pretende la U.E. con su propuesta, salvo lo que dices: pedir a las empresas que aguanten un poco hasta que escampe sin despidos masivos, porque un incremento grande del paro lleva encadenados dos efectos: incremento grande del gasto público en seguros de desempleo (con lo que el dinero no se puede dedicar a otras cosas o se genera déficit excesivo) y reducción del consumo derivada del incremento del paro más la incertidumbre en los que no lo han perdido sobre si serán los próximos. Es decir, espiral regresiva.

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  3. Perdón por el "Es importante... una cuestión importante". La redundancia la hubiera evitado si hubiera hecho la revisión del comentario previa a su publicación. Pero es que los españoles trabajamos así...

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  4. Y yo que pensaba que lo habías escrito así adrede para recalcar lo importante de la importancia o bien para diferenciar esta importancia de las cuestiones importantes de la importancia de las cuestiones triviales.

    Disculpa la broma, hoy no tengo ninguna cuestion importante de la que hablar.

    Cada vez me gusta más tu blog. Pena que estés todo el día con la c....s en la boca.

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