martes, 25 de mayo de 2010

Austeridad

Llega la famosa austeridad. Austeridad en el gasto, pública y privada. De repente, por las medidas que toman en distintos países de la U.E. e incluso en algunas CC.AA. españolas, nos damos cuenta de que estábamos dilapidando dinero público, como dirían los asturianos, "a esgaya". Ahora se dan cuenta en Gran Bretaña, por ejemplo, que los altos cargos pueden desplazarse andando o en transporte público, y que sólo en caso de que vayan a un acto oficial, deberán utilizar vehículos de flota, pero nada de un coche/un chófer por cargo público.
En España, en Castilla-La Mancha reducen el número de Consejerías. De 14 que eran pasadas las elecciones, pasaron a 10 en un primer recorte y ahora serán sólo 7, la mitad del primer "equipo". Y digo yo: si Castilla-La Mancha no se hunde tras este recorte, ¿no será que hay hiperinflación de cargos, amigotes, fundaciones, asesores, coches oficiales, recepciones, visitas, dietas, etc. en nuestras administraciones?
El volcán Effjkjhytttttkjoneskjalla ése nos descubrió otro secreto: hay reuniones oficiales que se pueden hacer, aprovechando que ya no estamos en la era de las señales de humo, vía vídeo-conferencia. La de billetes de avión, con multitud de personal que se ahorran. Pero es que, visto al precio al que venden organizadores de eventos como Orange Market sus servicios, no quiero imaginarme lo que costará una de estas reuniones del Grupo euromediterráneo con sus consiguientes hoteles para cientos de personas (eso sí, hoteles de lujo), comidas, vinos españoles, cenas, visitas culturales, regalitos de cortesía, pitos y flautas. Sólo ahora que se habla de austeridad somos conscientes de por dónde se va nuestro dinero.
También descubren ahora por ahí que los políticos no hace falta que viajen en primera. Quizás a partir de ahora disfrutarán de las delicias de viajar en las low-cost y que les cobren por respirar, con lo que a lo mejor legislan frente a tanto abuso. Con los miles y miles de billetes de avión que pagamos a lo largo del año a los políticos, no quiero pensar en los diferenciales de precio que pagamos para que sus señorías viajen lejos de la plebe, en sus Business class. Nada más tenemos de vez en cuando un friki como el Presidente de Cantabria, Revilla, que se presenta en La Moncloa en taxi y con una lata de anchoas. Lo malo es que, con la crisis, lo mismo se presentará a partir de ahora en rickshaw y con una lata de Hacendado low-cost.
Uno de los principales males de la política es la opacidad con la que funcionan nuestros políticos. Cuanto más local la Administración, más se acentúa el problema. No sabemos lo que gastan, en quién y por qué. Y en esta época en que ya no usamos la Olivetti, es vital un voto por la transparencia.
La transparencia en la administración nos llevaría, invariablemente, a la austeridad en comparación con tanto despilfarro. Que cada gasto que se haga, lo podamos consultar en internet. Cada billete de avión, cada suministro de material de oficina, cada litro de gasolina gastado, debería ser público. A quién se ha contratado, y por qué. Qué presupuestos y de qué empresas se han recibido, por qué se ha elegido a quien se ha elegido... Así acabaríamos con tantas Malayas, Gürteles y Filesas. Podríamos saber si nuestro alcalde se ha ido a Wachintón con un billete que ha costado 2.500 euros, cuánta gente iba de acompañante, quiénes se pagaron sus gastos, qué dietas cobraron, los hoteles en los que se alojaron... Esto no es difícil de hacer. Informes económicos y volcado a una página web. Siendo Secretario de un Instituto, me tocó lidiar con una época de austeridad. Cada vez nos bajaban más el dinero del presupuesto asignado (caía el número de alumnos) pero los gastos fijos subían: el gasóleo de calefacción se encareció muchísimo, y se gasta el mismo número de litros o más para calentar un centro con las aulas llenas o con las aulas a medio llenar. Lo mismo que la luz o la cifra de teléfono, que subía porque los padres dejaban cada vez más como contacto un móvil, con llamadas no precisamente baratas cuando hay que comunicar un caso importante y la conversación se alarga.
Pues bien, en aquel contexto, yo fui el más austero de los austeros. Apuntaba cada lápiz que entregaba, cada caja de chinchetas, cada carpeta, para evitar que el gasto se disparara. Hacía públicos todos los gastos que se generaban, quién había gastado, dietas recibidas en excursiones, departamentos que habían adquirido libros, etc. Recuerdo las birrias de gastos que podíamos hacer, como que un Departamento de filosofía en cuatro años hubiese adquirido libros por valor de 60 euros (a 15 euros al año; no da ni para una suscripción a la revista parroquial).
Sólo con transparencia se puede ser austero. Que todo el mundo sepa lo que hay. Y entonces los ciudadanos decidiremos si es razonable gastarse millonadas en cambiar las mismas aceras por tercera vez en 10 años, o cuántas dietas se han llevado los concejales de turno por asistencia a plenos y reuniones con juegos florales y grupos de gaitas. Y da lo mismo que sean gallegas y suenen bien: si quieren gaitas, que se las paguen de su bolsillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes dejar aquí tus comentarios. Tras verificación, quedarán publicados. "Un poco de censura previa siempre es necesaria", que diría Torquemada.