viernes, 28 de mayo de 2010

Austeridad (II). El efecto dominó: todo en economía está relacionado

Ayer se materializó en el Congreso la decisión de recortar gasto por parte del Gobierno, por 169 votos a favor y 169 en contra. La disciplina de voto del partido en el poder logró sacar a flote medidas muy controvertidas (congelación de pensiones para 2011) y otras aplaudidas por una gran mayoría de españoles (bajada del sueldo de los funcionarios).
Parto de una idea: no soporto el electoralismo y la demagogia cuando se habla de los pensionistas. Un ejemplo claro lo tengo a mi lado. Yo soy profesor, funcionario. Me bajarán el sueldo un 4,5% nominal, que teniendo en cuenta que la inflación interanual ahora está en el 1,5%, significa una bajada real del 6%. Pero digamos que lo asumo, ajo y agua. Pero me pregunto, ¿por qué a un profesor que se jubila ahora en junio, y que va a cobrar, en general, la pensión máxima, y que seguro que ya pagó su vivienda comprada en épocas en que no había burbuja inmobiliaria, es injusto que le congelen la pensión, cuando cobra más que yo y seguro que tiene una renta personal disponible mayor? Aquí hay mucho populismo, por parte de todos los partidos. Nadie se atreve a decir que hay jubilados que viven mucho mejor que la inmensa mayoría de los asalariados. Pero son intocables, porque suponen mucho voto...
Pero mi comentario venía por otro lado. He dicho que asumo mi bajada de sueldo. pero eso no va a suponer una tragedia. Simplemente, adaptaré mi vida a la nueva situación. En casa entrarán, entre mi mujer y yo, calculo que unos 250 euros menos al mes. Eso supondrá, necesariamente, recortar gastos, de los considerados más superfluos, pero sin tocar lo importante.
Y eso, ¿a quién va a afectar? Pues a otros, no a mí. Posiblemente reduzca un poco mi cesta de la compra, dejaré alguna actividad extraescolar de las caras, quizás me dé de baja en el gimnasio. O sea, cada recorte que me hagan a mí, el recorte se lo repercuto a otros. Como cuando sube el precio del papel y la empresa del periódico me repercute en el precio esa subida. Todo en economía está relacionado, y unos y otros dependemos de los demás más de lo que pensamos.
Por eso traigo aquí un texto que me llegó vía correo electrónico. No es mío, pero como me resultó simpático, porque refleja ese efecto dominó que se producirá en la economía, aquí lo dejo. A algunos les gustará, a otros no. Pero es indudable que algo de lo que refleja sucederá.
El carpintero metálico, tipo fornido y de brazos bronceados por las chispas que genera la soldadora eléctrica, se alegra de la medida que ha tomado su presidente Zapatero.
El camarero autónomo, dueño de un bar de barrio, hombre sacrificado y eficiente en la ardua tarea de regentar su negocio, celebra que el Gobierno baje el sueldo de los funcionarios.
La dependienta de Zara, a quien el uniforme negro queda tan bien, aplaude los recortes que el Ejecutivo piensa llevar a cabo en las retribuciones de los empleados públicos, mientras menea el culito entre prendas y clientes.
El dueño del gimnasio de la esquina, joven emprendedor, tan aficionado al deporte como a las agujas, dice que ya era hora de que se metiera mano a esa panda de vagos y caraduras.
La cajera del supermercado -hartita de trabajar dentro y fuera de su casa- es de la misma opinión que el señor que en esos momentos está pagando, un jubilado de la Europapel que no aprueba que se congelen las pensiones pero sí que se disminuya el salario de los funcionarios.
Antonio el frutero, que se levanta todos los días a las cinco de la mañana para ir a la lonja, explica a la Cuqui la de la papelería, mientras le pesa las manzanas fuji, que esto lo tenía que haber llevado a cabo el Gobierno hace mucho tiempo, que por culpa de lo que se ha venido gastando en todos esos parásitos no productivos que son los empleados públicos, nos vemos como nos vemos...
El funcionario regresa andando a su casa tratando de calibrar cómo le va a afectar el recorte de su salario y de qué manera puede minimizar el impacto que el mismo va tener en su economía doméstica. Piensa que lo primero que va a desechar son los gastos inútiles; así, decide que el mes que viene no irá al gimnasio de la esquina: sale más barato correr en el parque y, además, es más sano. Los abdominales los hará en casa, con los pies metidos debajo de la cómoda. Hace, asimismo, memoria de los polos y camisas que tiene en el armario y determina que tampoco necesita renovar el vestuario este verano. La pena es que no podrá recrearse en la visión de alguna que otra dependienta. No piensa renunciar a la cervecita, pero en lugar de tomarla en el bar del barrio, se comprará unas latas, aunque no en el supermercado habitual, en el que las cajeras están hartitas de trabajar dentro y fuera de la casa y que es un par de céntimos más caro que el Día/Mercadona/Eroski. También ha llegado a la determinación de comprar las verduras en una frutería más barata que la del Antonio el frutero. La calidad será menor pero, total, lo verde está malo de todos modos. En cuanto a las reformas que necesita su casa, no tiene duda de que éstas habrán de esperar a tiempos mejores, si es que llegan. De modo que nada de cambiar los cierres de aluminio...
Y así, el funcionario vuelve a casa, ignorante de lo que el preclaro y eficaz intelecto del presidente de su Gobierno va a ayudarle a ahorrar....

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