miércoles, 21 de octubre de 2009

Redimensionando empresas. ¡Toma eufemismo!



En Castilla y León, Cataluña, Andalucía y otras Comunidades Autónomas se anuncian fusiones entre Cajas de Ahorro. Las consecuencias de la crisis se están notando especialmente en este sector. Los bancos no lo hicieron demasiado bien, sin analizar de verdad los riesgos del "ladrillo", y agradecidos de que en España exista un control tan estrecho del Banco de España, comparado con la laxa vigilancia de las autoridades financieras de EE.UU. Aquí se exigían mayores controles sobre los riesgos y la posibilidad de tener que provisionar los préstamos otorgados "con manga ancha" quizás ha resultado beneficiosa a medio plazo.
Las Cajas han resultado las más damnificadas del sistema financiero español. Ya cayó CCM, otras han pasado dificultades... y aún queda por ver cómo afecta la más que posible subida de la morosidad, que ya alcanza niveles preocupantes. Los culpables de todo esto, no hay que buscarlos en desiertos lejanos. Las Cajas son instrumentos políticos, juguetitos que los políticos que mandan en cada provincia o autonomía usan para sus fines. Las Cajas han financiado aventuras empresariales e inmobiliarias que interesaban a los gobiernos de turno, y así les ha ido: su índice de morosidad es mucho mayor que el de la banca clásica.
Y ahora llega el tiempo de las fusiones, intentando salvar la cara... y la silla de alguno. Ahí están Caixa Catalunya, Caixa Manresa y Caixa Tarragona en Cataluña: http://www.elpais.com/articulo/economia/Caixa/Catalunya/negocia/fusion/bandas/Manresa/Tarragona/elpepieco/20090902elpepieco_3/Tes O la fusión de Unicaja, Caja Sur y Caja de Jaén: http://www.europapress.es/economia/noticia-fusion-unicaja-caja-jaen-cajasur-ira-dos-velocidades-porque-tercera-necesita-dinero-publico-20090725123913.html.
En Castilla y León, toca fusión antes del 10 de noviembre, ha indicado el Banco de España. Andan negociando Caja España, Caja Duero y Caja Burgos: http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=484902
Caja España salió de la fusión de las antiguas Cajas de León (la fuerte en aquel tiempo, por eso la sede de Caja España está en León), de Zamora, de Palencia y la Popular y la Provincial, las dos últimas de Valladolid. Caja Duero, con sede en Salamanca, es el resultado de la fusión de las cajas de Salamanca y Soria. Al margen quedan las cajas de Segovia y Ávila.
Por supuesto, en este revuelto río se negocia de todo: ¿cuál será la ciudad sede de la Caja Supermega Castellana y Leonesa? Se prevé más bien, como aquí todo hay que repartirlo, que habrá 3 sedes distintas. Por si cuela, de todos modos, desde Palencia se piden la capitalidad de la nueva Caja.
Lo que no está en discusión es que hay que redimensionar el negocio. ¿Y eso qué ye?, que diría uno de Gijón. Pues ye bien fácil: despidos, bajas incentivadas, prejubilaciones y cierre de oficinas. Con lo fácil que es llamar a las cosas por su nombre. Es evidente que si se fusionan, habrá duplicidad y hasta quintuplicidad de oficinas en una misma calle o en pueblos pequeños. Pero eso mismo pasaba hasta hace poco, y había negocio para todos, o eso nos hacían creer. O a lo mejor es que los planes de expansión de las Cajas, queriendo salir de su ámbito y hacerse todas regionales y nacionales, eran excesivos. Pero era la forma de los políticos de jugar al Monopoly, un juego de mesa para mayores sin reparos.
El caso es que toca redimensionar. O sea, en vez de encéfalo con circunvoluciones, encefalograma plano. Dos dimensiones, las de siempre: gana la banca y ganan los políticos. Y en medio, los impositores, los clientes y los trabajadores, con cara de gil. Si ya lo decía Discépolo, qué visionario, en 1934, con su tango Cambalache (aunque él hablaba sólo del siglo XX, ¡lo que le quedaba por ver!):
Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé... (¡En el quinientos seis y en el dos mil también!). Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé... Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos... (.../...)
¡Siglo veinte, cambalache problemático y febril!... El que no llora no mama y el que no afana es un gil! ¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno nos vamos a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley...

martes, 13 de octubre de 2009

Pan para hoy: aceptando chantajes



Hace un mes el Presidente de Renault España lanzó la bomba: la decisión de cerrar la factoría de Valladolid estaba tomada. Pero dejaba caer un aviso: tal vez, si los sindicatos y las administraciones se avenían a aceptar las condiciones de Renault para quedarse, se replantearían su decisión "ya tomada" (¿es que si una decisión está tomada se puede "destomar"?). Es decir, pedía a los sindicatos que aceptasen sus condiciones y a las administraciones más ayudas, para que su viaje a Eslovenia no fuese definitivo.

Todos sabemos la razón por la que en su día Renault, Nissan, Ford, Volkswagen... se instalaron en España: país de mano de obra barata, más o menos formada, con un sistema político estable e incluso en sus primeras incursiones con un "agravante", que se instalaban en un país con una dictadura acomodada que prohibía el derecho de huelga.

Ahora toca estar del otro lado. Las empresas se empiezan a fijar en países como Eslovenia, Eslovaquia, Polonia... países de la U.E., con población con una formación similar a la que en su día tenía España o superior, con redes de transporte integradas en las grandes vías de comunicación europeas... y mano de obra mucho más barata que la española, aunque aún sean menos productivos.

Y llega el chantaje: o aceptáis lo que quiero o me voy. El "lo que quiero" incluye bastantes cosas:

- Que los sindicatos dejen de ejercer como tales, es decir, que no exijan negociar condiciones laborales. Los trabajadores habrán de aceptar las condiciones que la empresa plantee, sin rechistar, o la factoría vuela, se deslocaliza.

- Que las autoridades paguen el chantaje para que se queden. Tras un montón de ayudas anteriores, como todo buen chantajista, piden más. En este caso, se habla de una cifra de 500 millones de euros: http://www.elpais.com/articulo/economia/500/millones/asegurar/futuro/Renault/Valladolid/elpepieco/20091007elpepieco_7/Tes

El plan es hasta 2020 (10 años) y la mitad del coste la sufragarían Gobierno estatal y Junta de Castilla y León. "Y si no, no juego, que la pelota es mía". Renault amenaza, amaga. ¿Será verdad?
Y yo digo: ¿qué mas da? ¿Es que se deben enterrar 250 millones de euros en una factoría que sabemos que, tarde o temprano, acabará cerrándose para trasladarse a otros lares? ¿No sería preferible, en aras de esa nueva economía, invertir esos 250 millones sobre las cenizas de la factoría de lo que fue FASA Renault, una vez rechazado el chantaje, para crear una industria de alto nivel tecnológico? ¿Cuál será el próximo chantaje? ¿Que Zapatero y Rajoy canten una jota y se besen? ¿Que los representantes sindicales se vistan de Abeja Maya? ¿Que los trabajadores acepten jornadas de 12 horas diarias aplaudiendo?
Mandemos a todos estos ventajistas a la porra, y apostemos el dinero público a caballo ganador. ¿Es malo crear sociedades mixtas que no se nos vayan a la primera de cambio y que se centren en los sectores de NN.TT. y energías renovables?
Está claro lo que significan esos 500 millones de euros: pan para hoy, paro para mañana...

viernes, 2 de octubre de 2009

La salida del túnel

Brotes verdes, previsiones de la OCDE, previsiones de FUNCAS, previsiones del FMI, previsiones (¿han previsto algo?) del Gobierno, previsiones (¿más y mayores catástrofes?) del principal partido de la oposición... Aquí todo el mundo habla de lo que va a pasar pero como haciendo un brindis al sol, sin decir realmente por qué o por qué no España mejorará en 2010... o en 2014. Aquí no se dan las reales causas de que estemos como estamos y de que podamos salir de este embrollo sin dejarnos el bolsillo por el camino.
La patronal, por ejemplo, arrima el ascua a su sardina: en España hay que hacer una reforma laboral que abarate el despido. Eso bastará para que se produzcan una serie de milagros que lo de la resurrección de Lázaro se quedará en truco de prestidigitación.
Los hay, como la UBS (banco suizo), que propugnan la bajada de salarios en España en un 10%. Propugnan un impulso de las contrataciones mediante incentivos para conseguir frenar el agujero del mercado laboral, lo que llevaría a una reducción de los salarios (supongo que reales) en un 10%. Y dicen que, si no, los mileuristas acabarán siendo ochocientoseuristas.
Está bien esto de propugnar que los mileuristas se conviertan en novecientoseuristas para evitar ser ochocientoseuristas. Pero la UBS se olvida de decir la razón por la cual hay que hacer lo que dicen y qué efectos demostrables hay detrás de su medida.
Yo me arriesgaré a decir lo que pienso, que no es precisamente una predicción halagüeña con los movimientos gubernamentales ni pretende decir que el barco se hunde por falta de patrón.
En España ha habido una hecatombe mayor que en otros países de nuestro entorno por la misma razón que hace dos años éramos los Usaín Bolt de la economía europea (a China habría que ponerle otro apelativo, ellos ya son unos Caster Semenya, compiten en otra liga).
España, país donde se construía, para una población de 46 millones de personas (más otros cuantos millones atraídos por su sol queriendo un destino vacacional en propiedad), el mismo volumen de vivienda que, pongamos, Gran Bretaña, Francia y Alemania juntas (más de 200 millones de habitantes les contemplan), era un país donde la burbuja inmobiliaria no es que tuviera que explotar, es que era seguro que llevaba dentro de ella una especie de "bomba de racimo", que dañaría más que una simple explosión.
La banca y los sucesivos gobiernos acabaron por ampliar el daño. La banca, haciendo trampa, dando hipotecas a 40 y 50 años inflando el valor de tasación para poder dar, con el 80% de la tasación, el 100% del valor de compra, y sin avisar a gente sin muchos conocimientos financieros de que estaban cavando su fosa al firmar el préstamo. De todos modos, algunos, en el pecado, llevaron la penitencia: los impagos serán el motivo de la caída de más de una caja (los bancos parecen más protegidos).
Los dos gobiernos, del PP y del PSOE, poco hicieron para paliar el desastre que se avecinaba. El PP, con frases como la de Cascos, que decía que en España los precios de los pisos subían a ritmos del 17% anual "porque en España la gente tiene dinero para comprar", infló aún más la burbuja. La gente no tenía dinero: la gente compraba por miedo a que los precios subiesen aún más, a costa de hipotecar su futuro y, sobre todo, su capacidad de consumo. Y los que especularon con la vivienda, comprando como inversión porque "el ladrillo es lo único seguro, tiene un valor material", no se daban cuenta que ese valor era ficticio.
El gobierno del PSOE también falló en su diagnóstico. Quiso "enfriar" el mercado, hablaron de un "aterrizaje suave", y esto ha sido el "aterriza como puedas", más bien "a ver quién se la pega más fuerte". Salvo el olfato de un fino Jove, que supo desprenderse de FADESA a tiempo, ahí están los cadáveres: Martinsa, Nozar, Colonial, etc.
Y ahí viene la falta de análisis: en España se creaba mucho empleo, sí. Mucho empleo en la construcción y servicios. Mucha industria auxiliar de la construcción (cementos, ladrillos, cerámicas, puertas, parquets, sanitarios, y así podríamos seguir...). Y, sobre todo, que mucho pequeño empresario y algunos grandes, vieron en la venta de pisos su razón de vivir sin marcarla. Los pisos se vendían solos. En España las oficinas inmobiliarias de venta y (poco) alquiler de vivienda proliferaron como las setas. Cada tres escaparates, uno de una inmobiliaria anunciando el piso de tus sueños. Pesadilla en Elm Street, vamos.
Viene la hecatombe. Y todo lo anterior se cae como un castillo de naipes. Cierran constructoras (en León, mi ciudad, hay una enorme cantidad de obras paradas porque ahí están otros cadáveres más locales: Begar, Teconsa, Acis...), cierran oficinas inmobiliarias (ya sea de autónomos, ya sea de grandes cadenas), cierra industria auxiliar (fui a comprar una pieza rota de un sanitario, y a fastidiarse: Sanitana cerró, haber comprado Roca), cierra hasta el apuntador.
Y digo yo: ¿cómo es posible salir de una crisis así, que habrá venido empujada por la situación internacional, que también será crisis de crédito, pero que tiene peculiaridades propias? ¿Cómo salir de este agujero que ha dejado en la calle a más de un millón de trabajadores si no se recupera el mercado inmobiliario?
Zapatero habla de cambiar de modelo, pero es tarde. El modelo hay que cambiarlo cuando la economía va bien, cuando hay recursos y fondos para prever lo que debe ser el futuro, no pensar en qué hacer cuando el agujero del déficit público puede alcanzar los dos dígitos. Aquí la crisis sólo podría superarse si empiezan a venderse a toda prisa los cientos de miles de viviendas sin vender, se recupera el sector inmobiliario y se acaban tantas casas que han quedado a medio hacer. Y luego, a pensar qué nos deparará el futuro. Pero para mí está claro que en 2010, si la economía crece (que lo dudo), no creará empleo para absorber tanto parado. Y esa es una bomba de relojería que puede estallarnos en las narices antes de las elecciones (si llegamos) de 2012.